Isis Sin Velo - [Tomo II]

Capítulo 47

EXPLICACIÓN LÓGICA

Presupuesta esta verdad, examinemos ahora los efectos de la energía eléctrica en sí misma y respecto de los objetos de actuadción, así como también las circunstancias que acompañan a estos efectos, y veremos:

1.º Que en favorables condiciones la electricidad, latente por doquiera, se actualiza unas veces bajo el aspecto eléctrico y otras bajo el magnético.

2.º Que unas substancias atraen y otras repelen la electricidad, según sean o no afines a este agente.

3.º Que la atracción eléctrica es directamente proporcional a la conductibilidad de la materia.

4.º Que la energía eléctrica altera en ciertos casos la disposición molecular de los cuerpos orgánicos e inorgánicos en que actúa, disgregándolos unas veces o restableciéndolos si están perturbados (como en los casos de electroterapia). También puede ser pasajera la perturbación producida por el agente eléctrico y dejar fotografiada en el objeto la imagen de otro en que previamente actuara.

Apliquemos ahora estas proposiciones al caso que vamos examinando. Según reconoce la patología tecológica, la mujer se halla durante el embarazo en estado sumamente emocionable, con las facultades mentales algo débiles, y por lo que toca al orden físico la transpiración cutánea difiere de la normal y pone a la embarazada en condiciones a propósito para recibir las influencias exteriores. Los discípulos de Reichenbach afirman que en tal estado es la mujer intensamente ódica, y Du Potet recomienda que no se la someta a experiencias hipnóticas. Las dolencias que aquejan a la embarazada afectan también al feto, y la misma influencia se advierte en lo tocante a las emociones, ya placenteras, ya dolorosas, que repercuten en el temperamento y complexión del futuro vástago. Por eso se dice con acierto que los hombres insignes tuvieron por madre a mujeres también insignes; y el mismo Magendie, no obstante negarlo en otro pasaje de su obra, confiesa que “la imaginación de la madre tiene cierta influencia sobre el feto y que el terror súbito puede ocasionar el aborto o retardar el proceso de la gestación (24).

Las imágenes mentales de la madre se transmiten al feto análogamente a las impresiones fotográficas producidas por la chispa eléctrica (25). Como quiera que la transpiración cutánea de la embarazada es muy activa, el fluido magnético sale por los poros de la piesl y se transmuta en electricidad, cuya corriente forma circuito con la electricidad etérea que, según admiten Jevons, Babbage y los autores de El Universo invisible, es la materia plasmante de toda forma e imagen mental. Las corrientes magnéticas de la madre atraen la electricidad etérea en que se ha plasmado instantáneamente la imagen del objeto que impresonó la mente de la madre, y como dicha corriente eléctrica, con la respectiva forma mental, penetra por los poros del cuerpo de la embarazada para cerrar el circuito, resulta afectado por ella el feto, según la misma ley que rige en las emociones y sensaciones.

Esta enseñanza cabalística es más científica y racional que la hipótesis teratológica de Geoffroi St. Hilaire calificada por Magendie de “cómoda y fácil por su misma vaguedad y confusión, pues pretende nada menos que fundar una nueva ciencia basada en leyes tan hipotéticas como la de la suspensión y retardo, la de la posición similar y excéntrica y especialmente de la que llama de los congéneres” (26).

El erudito cabalista Eliphas Levi, dice a este propósito:

Las embarazadas están mucho más sujetas que las otras mujeres a la influencia de la luz astral, que coopera a la formación del feto y les presenta constantemente las reminiscencias de las formas que pueblan dicha luz astral. Así sucede que muchas mujeres virtuosas dan aparente motivo a la murmuración de los maliciosos, porque el hijo tiene parecido fisionómico con alguna persona extraña cuya imagen vio la madre en sueños. Así también se van reproduciendo los rasgos fisionómicos de siglo en siglo. Por lo tanto, mediante el empleo cabalístico del pentagrama, puede una embarazada determinar las facciones del hijo que ha de tener, de modo que según piense en uno u otro personaje, salga parecido a Nereo o Aquiles, a Luis XV o Napoleón (27).

No podrá quejarse Fisher si los hechos no corroborran su hipótesis, pues se contradice en el siguiente pasaje.

Uno de los más formidables obstáculos en que tropieza el progreso de las ciencias es la ciega sumisión a la autoridad magistral, de cuyo yugo no hay más remedio que emanciparse para dar campo libre a la investigación de los fenómenos y leyes de la naturaleza, como indispensable antecedente de los descubrimientos científicos.

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