Isis Sin Velo - [Tomo III]

Capítulo 144

LA CONDICIÓN DE DHYANA

El cuarto grado del dhyâna budista (el fruto del samâdhi) que conduce a la suprema perfección (viconddham), tampoco fue interpretado correctamente por los orientalistas, a pesar de que Burnouf traduce con acierto la palabra viconddham por perfeccionado (132).

Al definir la condición de dhyâna, dice St.-Hilaire:

Cuando el asceta alcanza el cuarto grado, ya no experimenta ni el más leve sentimiento de beatitud, porque pierde toda memoria y queda impasible por su vecindad al nirvana. Sin embargo, esta absoluta impasibilidad no le impide al asceta ser en aquel mismo momento omnisciente ni de tener mágico poder, en lo cual vemos una flagrante contradicción que a los budistas les tiene tan sin cuidado como las demás en que incurren (133).

Verdaderamente, no hay tales contradicciones, y mal está suponerlas en las religiones de otros países cuando, aparte de las tres ramas romana, protestante y ortodoxa en que se dividió el cristianismo, menudean curiosamente las sectas. En prueba de que el budismo no se contradice en el punto señalado por St.-Hilaire, tenemos que los monjes budistas y el apóstol San Pablo coinciden en la expresión del mismo concepto. Dice San Pablo:

Por si de alguna manera puedo llegar a la resurrección de entre los muertos, no que la haya alcanzado ya o que sea ya perfecto... (134).

Análogamente, el budista del cuarto grado de ascetismo se llama rahat, porque produce todo linaje de fenómenos por la propia virtud de su liberado espíritu, y se mueve en los aires, se hace invisible, domina los elementos y obra toda suerte de maravillas que el vulgo mira como milagros (meipo). El rahat es un hombre perfecto, un semidios que llegará a ser dios al entrar en el nirvana (135).

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