Capítulo 67
NAZARENOS Y NAZARES
Seguramente que los pueblos paganos no superaron jamás al escogido en las abominables obscenidades que sus mismos profetas les echan en cara con tanta frecuencia (30).
Así se explica la hostilidad, recrudecida posteriormente, entre los nazarenos y los judíos carnales (31), a quienes acusaban los primeros de adorar a Baco o Iurbo-Adonai (32).
Dice el Código de los Nazarenos:
No adores al sol que llaman Adonai, Kadush (33) y El-El. Este Adonai escogerá una nación y la congregará en asambleas (34)... Jerusalén llegará a ser el refugio de los abortivos, que se perfeccionarán (se circuncidarán) con espada y adorarán a Adonai (35).
Descendían los nazarenos de los nazares de la Biblia, y su postrer caudillo de nota fue Juan el Bautista. Los escribas y fariseos de Jerusalén no les molestaban, a pesar de su heterodoxia, y aun el mismo Herodes temía un motín popular, porque las gentes consideraban a Juan como profeta (36).
Los discípulos de Jesús estaban en su mayor parte afiliados a la secta de los esenios, que era un desprendimiento de la de los nazarenos, o como si dijéramos, una herejía de herejía a los ojos de los fariseos, quienes miraban aviesamente a Jesús por sus innovadoras predicaciones.
Así se explica fácilmente la notable analogía entre el ritual de los primitivos cristianos y el de los esenios, que, según hemos dicho, habían sido catequizados por los misioneros budistas repartidos por Egipto, Grecia y Judea desde el reinado del celoso monarca Asoka; pero si bien es cierto que a los esenios cabe la honra de haber contado a Jesús entre los suyos, disentía de la comunidad en algunos puntos de observancia externa, por lo que en rigor no fue esenio, según veremos más adelante, ni tampoco nazar de los primitivos. El Código de los nazarenos y las injustas acusaciones de los gnósticos bardesanianos nos dicen lo que fue Jesús, según vemos en el siguiente pasaje:
Jesús es Nebo, el falso Mesías, el debelador de la antigua religión ortodoxa (37).
Fundó Jesús la secta de los nazares disidentes, de acuerdo con las enseñanzas budistas, como claramente se infiere de la palabra ... (Nebo, dios de la sabiduría) pues ... (naba) en hebreo significa hablar por inspiración. Pero Nebo es equivalente a Mercurio, y éste a Buddha en el monograma planetario de los indos. Además, los talmudistas sostenían que Jesús estaba inspirado por el genio de Mercurio (38).
Por lo tanto, el reformador nazareno pertenecía a una de dichas sectas, aunque no sea posible dilucidar cuál de ellas; pero está fuera de duda que predicó la filosofía de Sakya el Buddha. Denunciados los nazares por los últimos profetas y malditos por el Sanhedrín, que los persiguió solapadamente, quedaron confundidos en el concepto público con los otros nazares, de quienes dijo Oseas:
... y se enagenaron para su confusión y se hicieron abominables como aquellas cosas que amaron (39).
Así se comprende que los fariseos menospreciaran de tal modo a Jesús y le llamaran despectivamente el “Galileo”. Así se comprende también la pregunta de Nathaniel:
Pues qué, ¿puede salir de Nazareth cosa buena (40)?
tan sólo porque sabía que Jesús era natural de esta ciudad galilea. Esto nos lleva a suponer con fundamento que los primitivos nazares no profesaban la religión mosaica como los judíos, sino más bien la de los teurgos caldeos. Por otra parte, la notoria tergiversación del texto original de los Evangelios substituyó la palabra nozari (nazareno o nazar) por la de Nazareth, de modo que el original decía:
¿Puede venir de un nazareno cosa buena (41)?