Capítulo 106
ANTONOMASÍAS DEL LOGOS
Los primitivos cristianos tenían diversos grados de iniciación, y el reconocimiento entre ellos se practicaba por medio del apretón de manos y de ciertas palabras convenidas a modo de santo y seña, como de ello nos ofrecen pruebas evidentes la infinidad de joyas y amuletos de procedencia gnóstica, cuya significación es toda una simbología. Adoptaron además los cristianos los sobrenombres aplicados por los cabalistas al Logos, tales como Luz de Luz (155), Mensajero de Vida y Luz (156), así como casi toda la terminología gnóstica (157) en que abundan los Hechos de los apóstoles y el Evangelio de San Juan.
Hay un pasaje cabalístico que dice:
El Unigénito de Dios, emanado del Altísimo, con aquel que es el Espíritu del Ungido.
En otro pasaje llaman los cabalistas al Unigénito el ungido del Altísimo, todo lo cual concuerda substancialmente con las expresiones del Evangelio de San Juan:
Era la luz verdadera. Y la luz en las tinieblas resplandece. Y el Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros y vimos la gloria de él, gloria como de Unigénito del Padre (158).
Resulta, por lo tanto, que los conceptos del Logos y del Christos eran ya conocidos siglos antes del cristianismo, pues la gnosis oriental precedió de muchísimo a Moisés, y así hemos de buscar su origen en la primieval filosofía asiática. En las epístolas de Pedro y Judas Tadeo también se advierte la terminología de la cábala oriental, según aparece en los siguientes pasajes:
Y mayormente aquellos (los ofitas)... osados, pagados de sí mismos, desprecian las potestades.
Tornóse el perro a lo que vomitó y la puerca lavada a revolcarse en el cieno (159).
Así habla Pedro, sirviendo con ello de modelo al posterior lenguaje de Tertuliano e Ireneo.
Por su parte dice Judas, repitiendo las frases de Pedro y empleando términos cabalísticos:
Así como Sodoma y Gomorra... fueron puestas por escarmiento..., de la misma manera estos también contaminan su carne y desprecian la dominación y blasfeman de la potestad (160).