Isis Sin Velo - [Tomo III]

Capítulo 76

AFINIDAD DE DOCTRINAS

Sin embargo, poca relación tiene esto con el asunto de que vamos tratando. Algunos años antes de la era cristiana, los iniciados ya no constituían comunidades numerosas, excepto en la India; pero todas las sectas, desde los esenios hasta los neoplatónicos, por efímera que fuese su existencia, siguieron las mismas doctrinas fundamentales, aunque se diferenciasen en la forma externa. Esta identidad substancial de la doctrina constituye lo que llamamos la religión de sabiduría, mucho más antigua aun que la filosofía de Siddhârtha Sakya.

Tras diecinueve siglos de intencionadas expurgaciones para borrar de los textos sagrados toda frase que pudiese poner al investigador en el verdadero camino, resulta muy ardua tarea probar a los ojos de las ciencias experimentales que los adonitas, nazarenos, esenios, terpeutas (80), ebionitas y otras sectas profesaban, con levísimas diferencias, las mismas doctrinas enseñadas en los misterios teúrgicos. Sin embargo, procediendo por analogía y examinando la oculta significación de los ritos y ceremonias, podemos descubrir la íntima afinidad que los emparenta.

El judío Filón (81), contemporáneo de Jesús y muy versado en las filosofías de Platón y aristóteles, interpretó la antiquísima literatura hebrea hasta el punto de probar la coincidencia de la esotérica doctrina cabalística con la de los filósofos griegos, cuyo espíritu descubre en los libros mosaicos. Por esto dice Kingsley que Filón fue el patriarca del neoplatonismo. Es evidente que los terapeutas de Filón eran esenios, aunque no todos los esenios fuesen terapeutas (82).

Tanto este autor como Josefo han descrito la secta de los esenios con suficientes pormenores para evidenciar que el reformador Jesús, después de pasar la mocedad en los monasterios del desierto y de haber sido iniciado en los Misterios, prefirió la vida independiente de la predicación, convirtiéndose en terapeuta errante. Lo mismo Jesús que Juan el Bautista anunciaron el fin de los tiempos (83), lo cual demuestra que conocían los cómputos secretos de hierofantes y cabalistas, quienes con los priores de las comunidades esenias poseían el secreto (84),dunlap, cuyas investigaciones fueron muy felices en este punto, remonta el origen de los esenios, nazarenos, dositeanos y otras sectas a una época anterior a Jesucristo, y dice de ellos:

Renunciaban a los placeres terrenales, menospreciaban las riquezas, se amaban unos a otros y se mantenían célibes, por considerar eminente virtud el dominio de la carne (85).

Precisamente, éstas fueron las virtudes predicadas por Jesús. Si atendemos al espíritu de los Evangelios, resultará que Jesús profesaba la doctrina de la reencarnación como los esenios, que la habían aprendido de los pitagóricos, pues según afirma Jámblico, Pitágoras residió algún tiempo con los esenios en el monte Carmelo (86). En sus pláticas y sermones solía hablar Jesús en parábolas y metáforas, según costumbre de los esenios y nazarenos, sin que jamás se tuviera noticia de que así lo hicieran los galileos, pues estos se admiraban de oír a su compatriota expresarse de aquel modo, y así le decían:

¿Por qué les hablas por parábolas (87)?

Y responde como verdadero iniciado:

Porque a vosotros es dado saber los Misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado. Por eso les hablo por parábolas; porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden (88).

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