Isis Sin Velo - [Tomo III]

Capítulo 149

SISTEMA OFITA

Pero tanto la Serpiente como el Árbol de la ciencia y el Árbol de la Vida son símbolos traídos de la India, donde llaman Árbol de la Ciencia y de la Vida al banano (arasa-maram) que allí se tiene por sagrado desde que Vishnú en uno de sus avatares reposó bajo su vasta copa para enseñar filosofía a los hombres. La protectora sombra de este rey de las selvas servía de cátedra a los gurús que aleccionaban a sus primeros discípulos en la inmortalidad y les iniciaban en los misterios de la vida y de la muerte. Los javaleímes del colegio sacerdotal caldeo enseñaron a los hijos de los hombres de modo que pudieran sucederles en su ministerio. Aun hoy día el Foh-tchu (5) reside en el Fohmaëyu (templo de Buda) sito en la cumbre del Kuinlongsang (la gran montaña) (6), y opera sus mayores prodigios bajo el Árbol de la Ciencia y de la Vida (Sung-Ming-Shu), pues la ignorancia es la muerte y únicamente la ciencia confiere la inmortalidad. Este maravilloso espectáculo ocurre cada tres años, cuando en aquel santo paraje se reúne innumerable multitud de budistas venidos en peregrinación de la China entera.

A Ilda-Baoth, el “Hijo de las Tinieblas” y creador del mundo material, se le suponía residente en el planeta Saturno. Esta circunstancia le identifica todavía más con el Jehovah de los judíos, que según los ofitas era el mismo Saturno, y por ello no le daban el nombre sinaítico. De Ilda-Baoth emanaron seis entidades espirituales residentes en los siete planetas, conviene a saber: Saba en Marte; Adonai en el Sol (7); Ievo en la Luna; Elio en Júpiter; Astaphoi en Mercurio (8), y Uraïos en Venus (9). Estos siete planets son, según el sistema ofita, idénticos en naturaleza y funciones a los sapta loka (siete lugares) de los induístas, es decir, las siete esferas de los mundos superior e inferior equivalentes a las siete esferas cabalísticas, aunque para los ofitas son esferas inferiores. Los monogramas de estos planetas gnósticos son los mismos de los budistas, con leves diferencias respecto de las ordinarias mansiones astrológicas. En las notas explicativas que acompañan al diagrama aparecen frecuentemente los nombres de Cirentio (discípulo de Simón el Mayo), Menander, Parcha (10) y otros gnósticos que no citan los Padres de la Iglesia.

Por otra parte, el autor del diagrama reclama para su secta mayor antigüedad de la que se le atribuye, y para ello se funda en que sus antepasados construyeron los templos dracontianos, aun los de más allá de las “aguas magnas”. Dice además que el “Justo”, portavoz o paraninfo del eterno Eón (Christos), envió a sus discípulos por el mundo bajo la dual protección de Sigé (el Logos, el Silencio) y de Ophis (Agathodaemon). El autor alude sin duda alguna a la expresión de Jesús: “Sed cautos como serpientes y cándidos como palomas”. El diagrama representa a Ophis, equivalentemente al egipcio Cnuphis, Kneph o dracontia, en figura de sierpe erguida sobre la cola, con coronada y radiante cabeza de león en cuyos rayos lleva las siete vocales griegas, una en cada rayo, como símbolo de las siete esferas celestes. Esta representación es muy conocida de cuantos están familiarizados con las joyas gnósticas (11), y está copiada de los Libros de Hermes. También es una modalidad de Ophis el Verbo que el Apocalipsis describe como “semejante al Hijo del Hombre”, con corona de siete estrellas.

El diagrama nazareno es, con leve alteración de nombres, el mismo de los gnósticos, quienes indudablemente lo copiaron de aquél con añadidura de unas cuantas denominaciones entresacadas de los sistemas basilideano y valentiniano. Para mayor claridad expondremos sinópticamente ambos sistemas:

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