Capítulo 108
LA ESENCIA SUPREMA
Representa la Kábala oriental a la Divinidad bajo el símbolo de tres círculos envueltos en uno con el vaho de la exhalación caótica. Según el Zohar, los tres círculos se transmutan en tres cabezas circundadas de un aura incolora inscrita en un círculo, que simboliza la esencia desconocida (1). Este símbolo tiene tal vez su precedente en el hermético Pymander o Logos egipcio, representado dentro de fuliginosa nube (2). Ya hemos visto en el capítulo precedente que, según el Zohar, el supremo Dios es una abstracción tal como lo inconciben las teogonías induístas y budistas (3). Es Hakama o Suprema Sabiduría incomprensible por reflejo y subyacente dentro y fuera del Cráneo de Larga Faz (Sephira), la superior de las tres cabezas. Es el infinito e ilimitado En Soph, el No-Cosa.
Desde luego, que las tres cabezas superpuestas están tomadas de los tres induístas triángulos también superpuestos. La cabeza superior simboliza la Trinidad en el Caos, del cual surge la Trinidad manifestada. El eternamente inmanifestado, ilimitado e incondicionado En Soph, no debe confundirse con el Creador, como suelen confundirlo los intérpretes. Todas las cosmogonías consideran pasiva la Esencia suprema; pues por ser ilimitada, infinita e incondicionada no tiene pensamiento ni idea, sino que actúa de conformidad a su propia naturaleza y de acuerdo con la necesidad de la ley o sea de sí misma. Por esta razón dicen los cabalistas hebreos que En Soph es no existente (...), pues como el finito entendimiento del hombre no alcanza a comprenderle, es como si no existiera para la mente humana.
La primera emanación de En Soph es Sephira o la Corona (...). al llegar la hora del período de actividad, la suprema Esencia divina, cuya luz es para el hombre obscuridad, se explayó de dentro afuera, según la inmutable y eterna ley, para emanar de sí misma una inteligente entidad espiritual (4), la Corona o primer sephirote, que contiene en su ser los otros nueve sephirotes (...) o entidades inteligentes, cuya totalidad está simbolizada en Adam Kadmon o Protogonos andrógino o bisexual (Didumos), arquetipo de la humanidad. Esta entidad colectiva de los nueve sephirotes se descompone en tres tríadas contenidas respectivamente en cada una de las tres Cabezas primordiales o Trimurti trifácea de los induístas. La primera cabeza contiene a Sephira (la primera emanación), de la que a su vez emanan Hackama (Sabiduría) (5), principio activo masculino, y Binah (...) (Inteligencia), principio pasivo femenino (6). Tenemos así la primera Tríada Sephira-Hackama-Binah, de cuyo trino conjunto emana Hesed (..) (Misericordia), principio activo masculino (7) del que emana a su vez Geburah (...) (Justicia), principio pasivo femenino (8) de cuya unión con el masculino nace Tiphereth (...) (Belleza) (9). Así tenemos la segunda tríada o cabeza constituida por Hesed-Geburah-Tiphereth que colectivamente emanan a Netzah (...) (Firmeza), principio activo masculino (10) del que a su vez emana Hod (..) (Esplendor), principio pasivo femenino (11) de cuya unión con el masculino nace Jesod (..) (Fundación) (12). Así tenemos la tercera tríada o cabeza constituida por Netzah-Hod-Jesod. La primera tríada simboliza el mundo mental; la segunda, el mundo perceptivo; la tercera, el mundo material.
El décimo sephirote, representado en el diagrama del Zohar por el círculo ínfimo, está constituido por la duada Malchuth (...) (Reino) y Shekinah (...) Adonai (13).
Dice la Kábala:
Antes de dar forma al universo estaba Aquél sin forma alguna ni semejanza con ninguna cosa. ¿Quién podrá comprender cómo era Aquél antes de la creación si no tenía forma? Por eso está prohibido representarle por forma ni semejanza alguna ni designarle por su sagrado nombre ni aun simbolizarle en una letra o en un simple punto... El Antiquísimo entre lo antiquísimo, el Desconocido entre lo desconocido tiene forma y, sin embargo, no tiene forma. Tiene la forma en que conserva al universo y, no obstante, carece de forma porque no es posible concebirlo. Cuando por primera vez tomó forma en su primera emanación (Sephira) hizo que nueve espléndidas luces emanaran a su vez de ella (14).
Veamos ahora la cosmogonía induísta:
De Aquél que es y sin embargo no es, del inmortal Principio que subyace en nuestras mentes y no pueden percibirlo nuestros sentidos, nació Purusha, el divino andrógino, convertido después en Narayana (15).