Capítulo 9
DICTERIOS PONTIFICIOS
El reverendo Gladstone se tomó el trabajo de enmanojar las “flores retóricas” diseminadas en las alocuciones del vicario de Aquél que dijo: “Quien te llamare loco estará en peligro de caer en el fuego del infierno”. Veamos algunas de ellas. Los adversarios del Papado son “lobos, fariseos, ladrones, embusteros, hipócritas, engendros hidrópicos de Satanás, hijos de perdición y del pecado, sicarios del demonio, monstruos del averno, demonios en carne y hueso, cadáveres pestilentes, abortos del infierno, traidores, Judas endemoniados, etc.” (15).
Puesto que Su Santidad el papa dispone de tan rico arsenal de dicterios, no es extraño que el obispo de Tolosa se desate sin escrúpulo en falsedades contra protestantes y espiritistas en las pastorales dirigidas a sus diocesanos, según vemos en este pasaje:
Nada más propio de una época de incredulidad que la falsa revelación suplante a la verdadera, y que los detractores de las enseñanzas de la Iglesia se entreguen a la práctica de la adivinación y al estudio de las ciencias ocultas... El espiritismo ha motivado en los Estados Unidos la sexta parte de casos de suicidio y locura... (16), pues no es posible que de los mentirosos demonios salga palabra de verdad ni que enseñen ciencia de provecho, porque toda palabra de Satán es estéril como el mismo Satán.
Está prohibida la lectura de todo escrito en defensa del espiritismo y quien frecuenta los círculos espiritistas con intención de aceptar semejantes doctrinas apostata de la santa Iglesia e incurre en excomunión... Las enseñanzas de los espíritus no prevalecerán contra la cátedra de San Pedro, que expone las verdades reveladas por el mismo Dios.
Sin embargo, las muchas falsas enseñanzas que la Iglesia romana atribuye a palabra de Dios invalidan esta última aserción de la extractada pastoral. El famoso teólogo católico Tillemont asegura que “los paganos ilustres de la antigüedad están en el infierno, porque vivieron antes de la venida de Cristo y no pudo alcanzarles el beneficio de la redención”. También afirma dicho autor que la misma Virgen María corroboró esta verdad en una carta dirigida de su propia letra y firma a un santo. ¿Habremos de considerar también esto como enseñanza revelada por el mismo Dios?
Igualmente sugestiva es la descripción topográfica que del infierno y purgatorio explana, favorecido por visión divina, el cardenal Belarmino, de quien dice un crítico que “parece un experto agrimensor al deslindar los ocultos senderos y formidables estancias del “insondable abismo”.
En una de sus obras, se aventuró San Justino mártir a opinar que Sócrates no podía estar en el infierno; pero un benedictino comentador suyo le vitupera severamente por su excesiva benevolencia (17).
En la primera parte de esta obra procuramos demostrar con ejemplos históricos que los científicos, según decía de ellos el profesor Morgan, “se han puesto las vestiduras de que despojaron a los sacerdotes, pero tiñéndolas antes de otro color”. Análogamente, el clero cristiano se ha revestido con el ropaje de que despojó al sacerdocio pagano, y aunque su conducta es diametralmente opuesta a la ley de Dios, se ha erigido en tribunal competente para juzgar al mundo entero.