Isis Sin Velo - [Tomo III]

Capítulo 94

JESÚS Y LOS EBIONITAS

Renán dice que los parientes de Jesús eran ebionitas, y que los nazarenos consideraban como salvador y profeta a su primo y precursor Juan el Bautista, cuyos discípulos moraban en la parte opuesta del Jordán.

Dunlap demuestra que Juan bautizó a Jesús en un paraje del río donde se adoraba a Adonis, y dice a este propósito:

A orillas del Jordán, más allá del lago, moraban los nazarenos, secta anterior al nacimiento de Jesús, quien perteneció a ella. Seguramente, se dilataron por el Oriente del Jordán y por el Sudeste hacia tierras de loa árabes y sabeanos (61), en la dirección de Bosra. También debieron propagarse por el Norte hasta el Líbano y Antioquía y por el Nordeste hasta la colonia de Bercea, donde aún estaban en tiempo de San Jerónimo. En el desierto tal vez subsistían a la sazón los Misterios de Adonis, y se invocaba en las montañas el nombre de Adonai (62).

Según ya hemos visto, dice Teodoreto que los judíos nazarenos veneraban al Ungido como un hombre justo y seguían el Evangelio llamado de Pedro. Por otra parte, San Jerónimo encontró en la biblioteca de Cesárea, coleccionada por el mártir Panfilio, el original hebreo del apóstol Mateo el publicano, y dice sobre el particular:

Los nazarenos de Beroea de Siria me dieron licencia para traducir el original del Evangelio de San Mateo que la mayoría tienen por verdadero y he traducido recientemente al griego (63). Es el Evangelio seguido por los nazarenos y ebionitas (64), y el apóstol lo escribió en lengua caldea pero con caracteres griegos.

Es evidente que los apóstoles recibieron de Jesús enseñanzas secretas, pues el mismo San Jerónimo, tal vez en un momento de descuido, declara:

Muy trabajosa es la traducción que vuestras reverencias me han encomendado, pues el propio evangelista San Mateo no quiso escribir abiertamente, y si no hubiese sido enseñanza secreta hubiera añadido al Evangelio algún comentario suyo; pero como era cosa secreta, encubrió de su propio puño el texto con caracteres hebreos de modo que sólo pudieran comprenderlo los varones más religiosos, quienes recibían la explicación de sus antecesores y maestros. Así, no permitieron sacar copia alguna de este libro, y unos lo interpretaron en un sentido y otros en otro... Y sucedió que como Seleuco, discípulo de Maniqueo, publicara este libro después de haber publicado un texto apócrifo de los Hechos de los apóstoles, dio con ello motivo de escándalo y no de edificación, ya que los oídos de la Iglesia se mostraron sordos al sínodo que aprobó dicho libro (65).

Añade San Jerónimo que, no obstante haber traducido dos veces el texto hebreo escrito por San Mateo de su propio puño y letra, le costaba mucho trabajo comprenderlo, porque estaba en lenguaje enigmático. Sin embargo, tiene San Jerónimo el suficiente desahogo para condenar por herético todo comentario no suyo, aunque sabía muy bien que el texto original de San Mateo encerraba la verdadera doctrina de Jesús, de cuyas predicaciones fue testigo el evangelista, y que de los dos textos no era ciertamente apócrifo el de los nazarenos, sino el griego.

No obstante, San Jerónimo se declara a sabiendas defensor del texto adulterado en contra del auténtico, pues la aceptación de este último hubiera entrañado la muerte del dogmatismo cristiano, ya que el texto hebreo, seguido durante cuatro siglos por los nazarenos y ebionitas, no proclamaba la divinidad de Jesucristo (66).

¿A qué maravillarse de los misterios del cristianismo, desde el momento en que es religión puramente humana? Oigamos lo que uno de los más ilustres doctores de la Iglesia, San Gregorio Nacianceno, dice a su amigo y confidente San Jerónimo:

Nada tan a propósito para alucinar a las gentes como la palabrería, porque cuanto menos comprenden más admiran. Nuestros antecesores y maestros dijeron con frecuencia, no lo que pensaban, sino lo que las circunstancias les movían a decir.

Download Newt

Take Isis Sin Velo - [Tomo III] with you