Isis Sin Velo - [Tomo III]

Capítulo 73

LA SECTA NAZARENA

La secta nazarena existía ya unos ciento cincuenta años antes de J. C., y sus prosélitos habitaban a orillas del Jordán y en la ribera oriental del mar Muerto, según Plinio y Josefo (64).

Dice Munk que galileo es casi equivalente a nazareno, y que los naturales de dicha comarca de Judea mantenían muy íntimo trato con los gentiles, hasta el punto de que la plebe se había asimilado algunos ritos y ceremonias religiosas del paganismo, por lo que los judíos ortodoxos miraban despectivamente a los galileos (65).

Añade Munk que “los nazarenos formaban ya comunidad regular antes de la promulgación de las leyes de Musah” (66); y así lo demuestra el pasaje del Libro de los Números (67) que minuciosamente describe esta secta, hasta el punto de que en las órdenes dadas por el Señor a Moisés se reconocen sin dificultad los ritos, ceremonias y reglas de los sacerdotes de Adonis (68), pues como estos se obligaban los esenios a la pureza y abstinencia y se dejaban crecer el cabello (69). Del profeta Elías, también nazareno, dicen las Escrituras que era “hombre peludo, que lleva ceñido a sus lomos un cinto de cuero” (70).

Los autores antiguos aplicaron las denominaciones nazar y nazareth indistintamente a los adeptos indios y paganos (71). De seguro nos concitaríamos las iras clericales con sólo apuntar la idea, muy verosímil por otra parte, de que los nazarenos de Judea y sobre todo los “profetas del Señor”, estaban iniciados en los Misterios paganos y pertenecían en su mayor parte a una misma confraternidad internacional de adeptos. Recordemos a este propósito que según refieren Amiano Marcelino y otros historiadores, al penetrar Darío Hystaspes en la Bactriana (India septentrional), aprendió de los brahmanes la ciencia astrológica y cosmológica con ritos de purísima significación que comunicó a los magos. En cambio, también dice la historia que Darío acabó con los magos y restableció el culto de Ormuzd y la religión pura de Zoroastro, lo cual parece oponerse al epitafio puesto en la tumba de Darío diciendo que fue hierofante o maestro de magia. El error histórico resulta evidente, de modo que en esta confusión de nombres, el Zoroastro instructor de Pitágoras no pudo ser el fundador de la religión parsi ni el reformador Zarathustra ni el profeta de la corte de Vistaspa (72) ni tampoco el que sobrepuso la autoridad de los magos a la de los mismos reyes. En el Avesta, que es el más antiguo texto sagrado parsi, no se descubre ni el más ligero indicio de que el reformador hubiese tenido relación alguna con los países que posteriormente adoptaron el culto mazdeísta, pues ni siquiera menciona a los iranios, medos, asirios y persas. Por lo tanto, es muy natural que el nombre de Zoroastro no fuese propio de una sola personalidad, sino común a todos los jerarcas de la religión mazdeísta (73).

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