Capítulo 140
CAÍDA DE ADAM
Pero este hombre no es el de la actual humanidad, sino el hombre futuro, de cuyo tipo nacen de tarde en tarde algunos ejemplares. Las primeras razas humanas eran espirituales, y sus protoplásticos cuerpos no estaban compuestos de la grosera y densa materia que hoy día forma el cuerpo físico. pOseían los hombres primitivos todas las facultades de la Divinidad, y su poder sobrepujaba en mucho al de las huestes angélicas, pues eran emanaciones de Adam Kadmon, el hombre celeste o Macrocosmos, mientras que la actual humanidad está todavía algunos grados bajo el nivel del Adam terrestre o microcosmos. Seir Anpin, la mística representación del hombre, consta de 243 números, y en la serie de círculos vemos que los ángeles emanaron del Hombre celeste y no los sephirotes de los ángeles. De aquí, que siempre se haya considerado al hombre como un ser de doble naturaleza, progresiva y regresiva. Dio principio la espiritual evolución humana en la cúspide del ciclo divino, en el centro de Luz, de la que comenzó a apartarse gradualmente, y según fue descendiendo a más bajas esferas (98) asumió formas físicas de mayor densidad y perdió parte de sus divinas facultades.
La “caída de Adam” no significa la culpabilidad personal del hombre por transgresor de la ley, sino sencillamente la doble evolución humana. Adam principia su serie de existencias en el jardín del Edén, vestido con el celeste ropaje a que el Zohar (99) llama vestidura de luz celestial; pero luego de expulsado del paraíso le viste Dios de trajes de piel para significar la eterna ley de evolución. Mas aun en este mundo de material degradación (en que la chispa divina dio principio a su evolución en la forma física, desde la mineral a la humana), si vigoriza su voluntad e invoca el auxilio de su naturaleza superior, puede el hombre sobrepujar el poder del ángel.
A este propósito dice San Pablo:
¿No sabéis que juzgaremos a los ángeles? (100).
Y añade el Zohar:
El misterio del hombre terrestre está en consonancia con el misterio del hombre celeste..., el sabio puede leer los misterios en la faz humana (101).
Tenemos por lo tanto, que según las enseñanzas del Zohar, el verdadero hombre es el hombre interno.
El anterior pasaje de San Pablo es uno de los muchos que nos le presentan como iniciado. Por los motivos ya expuestos ampliamente, reconocemos mayor autenticidad a ciertas Epístolas hoy rechazadas por apócrifas que a muchos pasajes no poco sospechosos de los Hechos de los Apóstoles. Corrobora esta opinión la Epístola de Pablo a Séneca, en que el apóstol llama al filósofo “mi respetado maestro”, al paso que el filósofo da al apóstol sencillamente el título de “hermano”.
Así como no cabe juzgar debidamente del verdadero espíritu del judaísmo por los absurdos de la Biblia tomada al pie de la letra, tampoco es lícito apoyarse en las extravagantes y a veces insensatas supersticiones del vulgo para formar opinión sobre el induísmo y budismo. Si comparamos las enseñanzas de Manú con las de la Kábala, echaremos de ver que Vishnú equivale a Adam Kadmon, personificación del universo, cuyas variadas manifestaciones simbolizan los avatares.
Dice Vishnú encarnado en Krishna:
Soy A entre las letras y conjunción en las palabras (102).
Y dice Jesús a Juan:
Yo soy el alfa y el omega, el principio y el fin... Soy el primero y el postrero (103).