Capítulo 162
MÁXIMAS DE LOS DRUSOS
LOS SIETE ARTÍCULOS TAL COMO LOS INSTRUCTORES LOS COMUNICAN VERBALMENTE
LOS SIETE MANDAMIENTOS ADULTERADOS POR FALSA EXPOSICIÓN
1.º Unidad de Dios.
1.º Veracidad en las palabras, pero sólo respecto de la religión y los iniciados, pues es lícito hablar con mentira a los hombres de las demás religiones (81).
2.º Excelencia esencial de la Verdad.
2.º Auxilio mutuo. Vigilancia y protección.
3.º Tolerancia. Derecho concedido a todos de exponer libremente sus opiniones religiosas y analizarlas con arreglo a la razón.
3.º Repudiar todas las religiones extrañas (82).
4.º Respeto a todos los hombres según su carácter y conducta.
4.º Apartarse de corazón, aunque no externamente, de los infieles de todo linaje (83).
5.º Sumisión completa a la voluntad de Dios.
5.º Reconocimiento de la eterna unidad de Dios.
6.º Pureza de cuerpo, mente y alma.
6.º Resignarse a los juicios divinos.
7.º Auxiliarse mutuamente en todas las ocasiones.
7.º Someterse a la voluntad de Dios.
Como se ve, no sólo está adulterado el texto, sino alterado el orden sucesivo de los artículos, en demostración de la ignorancia o acaso malicia de autores que, como Silvestre de Sacy, tratan de asuntos que por completo desconocen.
Las virtudes teologales de los drusos son: caridad, justicia, mansedumbre y misericordia, aparte de otras que se exigen de los iniciados. Los cinco pecados capitales son: robo, asesinato, crueldad, avaricia y calumnia, con otros que enumeran las tablas sagradas y no debemos citar. La moral de los drusos es severamente inflexible, y nada podría desviarlos de su deber. Algunos exploradores han afirmado equivocadamente que estos unitarios del Líbano carecen de ritual religioso, por ignorar que lo mantienen oculto a la curiosidad de los extraños. Celebran asambleas públicas todos los jueves, pero ningún intruso logra asistir a las secretas de los viernes. Las mujeres son admitidas a la iniciación en las mismas condiciones que los hombres, y representan muy importante papel en las ceremonias religiosas. El período de prueba o noviciado es largo y riguroso, a menos que por excepcionales motivos obtenga dispensa el candidato. Periódicamente se celebra una fiesta religiosa en que los ancianos de la comunidad y los iniciados de las dos categorías superiores van en peregrinación de varios días a un monasterio de cierto paraje de las montañas, edificado en los albores del cristianismo. Sin embargo, el viajero no vería en aquel lugar más que las ruinas de otro monasterio todavía mayor, donde algunas comunidades gnósticas celebraron las ceremonias del culto religioso en la época de las persecuciones; pero subterráneamente, en área mucho más vasta que la de las ruinas, a flor del suelo, se dilatan las celdas, salones y capilla, cuya riquísima ornamentación, hermosas esculturas y magnificencia de vasos sagrados, parecen “sueño de gloria”, según expresión de un iniciado.
Así como en los monasterios mogoles y tibetanos se aparece en las fiestas solemnes la sagrada sombra de Buda, así también en aquella festividad se aparece el etéreo y resplandeciente espectro del bienaventurado Hamsa para aleccionar a sus fieles. Durante las noches que dura la asamblea ocurren prodigiosos fenómenos de orden mágico, y allí en el seno de la madre tierra, sin el más leve rumor que perturbe la gravedad de las ceremonias ni el más tenue rayo de luz que delate su existenica, celebran los iniciados drusos sus misterios religiosos tal como los celebraban en el pasado.
Lo mismo que Jesús, fue Hamsa hombre mortal; pero Hamsa y Cristo representan conceptos equivalentes en su sentido interno y simbolizan el nous o yo superior del hombre. Los drusos enseñaban, de acuerdo con los filósofos antiguos y los iniciados de toda época, que el hombre tenía un alma mortal y otra inmortal.