Capítulo 32
CAPÍTULO II
Quieren señalar a medida los límites, extensión y capacidad
del infierno, donde las entumecidas almas cuelgan de tenebrosa
mazmorra como jamones de Westfalia o lenguas de vaca,
en espera de misas y responsos que las rediman.
OLDHAM: Sátiras contra los jesuitas.
YORK.-¡Pero sois diez veces más inhumanos y crueles
que un tigre de Hircania!-SHAKESPEARE: Rey Enrique VI.
Parte tercera, acto I, escena IV.
WAR.-Escuchad, señores. Puesto que es doncella, no
escatiméis los haces de leña. Que haya bastantes. Y poned
barriles de pez en la fatal hoguera. SHAKESPEARE Rey Enrique VI. Parte primera, acto V, escena IV.
Refiere Bodin (1) un espantoso sucedido de que fue protagonista Catalina de Médicis, la piadosa cristiana que tantos méritos había contraído a los ojos de la Inglesia con la horrenda e inolvidable matanza de San Bartolomé. Tenía esta reina a su servicio un apóstata ex dominico, que por lo muy versado en nigromancia se aquistó el favor de su señora, en cuyo provecho practicaba el nefando arte contra las víctimas a que desde lejos mataba, valido de imágenes de cera (2). Estaba a la sazón gravemente enfermo el rey Carlos IX, hijo de Catalina, y temía ésta perder su influencia de reina madre si moría su hijo, por lo que determinóse a consultar el oráculo de la “cabeza cortada” (3).