Isis Sin Velo - [Tomo III]

Capítulo 83

ERRORES BÍBLICOS

Los errores de la Biblia son leves en comparación de los que se echan de ver en los Evangelios, y no hay más valiosa prueba del sistema de piadosos fraudes sobre que se funda el armazón del mesianismo.

El evangelista San Mateo dice al hablar de Juan:

Éste es Elías que había de venir (42).

En esto se descubre una antigua tradición cabalística; pero cuando le preguntan al Bautista: “¿Eres tú Elías) (43)” y responde: “No lo soy”, ¿a quién hemos de creer?, ¿al Bautista o al Evangelista? ¿Y dónde queda la revelación divina?

Evidentemente, el propósito de Jesús fue idéntico al de Buda, esto es, baneficiar ampliamente al género humano por medio de una reforma religiosa que restableciese la ética en toda su pureza, pues hasta entonces el verdadero concepto de Dios y de la Naturaleza había sido privativo de los adeptos a las escuelas esotéricas (44).

Pero aunque Jesús no se abstuviese de beber vino podía ser nazareno, pues según el Libro de los Números (45), luego que el sacerdote agita ante el altar la cabellera de un nazareno, ya puede éste beber vino. La amarga lamentación de Jesús al ver que nada bastaba para satisfacer al pueblo, está concretada en el siguiente pasaje:

Juan vino sin comer ni beber y dijeron de él: “Tiene demonio”. El Hijo del Hombre vino comiendo y bebiendo y dicen: “He aquí un glotón y beodo”. (San Mateo, XI, 19).

Sin embargo, participaba Jesús de las costumbres de los esenios y de los nazarenos, pues no sólo le oímos mandar un mensajero a Herodes diciéndole que lanzaba demonios y curaba enfermos, sino que se titula profeta y se declara igual a los demás profetas (46).

El bautismo es uno de los ritos más antiguos, y todas las naciones lo practicaban en los Misterios a manera de ablución sagrada. Dunlap opina que el nombre de nazar deriva del verbo nazah (rociar), a lo cual se añade que, según los nazarenos, Bahak-Zivo creó el universo del “agua obscura”, y por otra parte afirma Richardson (47) que la palabra bahak significa llover.

Sin embargo, no es fácil identificar el Bahak-Zivo de los nazarenos con el dios Baco, aunque éste fuese “el dios de la lluvia”, pues los nazarenos eran acérrimos adversarios del culto de Baco. Dice Preller (48) que las hyadas o ninfas de las lluvias educaron a Baco, y que al terminar los Misterios los sacerdotes rociaban los altares y los ungían con aceite; pero todo esto es muy deleznable prueba.

El bautismo en el Jordán nada tenía que ver con los ritos exotéricos del culto de Baco ni con las libaciones en honor de Adonai o Adonis, tan aborrecido de los nazarenos, pues no es necesario suponer semejante analogía para probar que la pública ceremonia bautismal derivaba de los Misterios, cuyos ritos en modo alguno deben confundirse con los supersticiosos e idolátricos de la plebe pagana. Juan fue el profeta de los nazarenos y recibió en Galilea el nombre de Salvador; pero no fundó la secta que derivaba sus doctrinas de la antiquísima teurgia caldeo-acadiana.

Las clases inferiores de los primitivos hebreos, de procedencia cananea y fenicia, conservaron el culto de los dioses fálicos (49); pero, no obstante, también hubo iniciados entre ellos. Posteriormente, la influencia de los asirios modificó el carácter de la plebe hebrea, y por último, los persas difundieron las costumbres y conceptos farisaicos de que derivaron el Antiguo Testamento y las instituciones mosaicas. Los asmoneos, que a un tiempo eran reyes y sacerdotes, publicaron los cánones del Antiguo Testamento en contraposición a los Libros secretos (Apocrypha) de los judíos cabalistas alejandrinos (50). Hasta el pontificado de Juan Hircano, los jefes de Judea fueron asideanos (chasidim) o fariseos (parsis); pero después se convirtieron en saduceos o zadokitas, que mantenían la regla sacerdotal en opuesta distinción de la rabínica. Los fariseos eran benévolos y cultos; los saduceos, fanáticos y crueles.

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