Capítulo 122
LOS ATRIBUTOS DE SIVA
Junto a la puerta de la Mansión de Vida está dispuesto el trono para el señor del Esplendor con tres tabernáculos (118). Análogamente, los tabernáculos de la Trinidad induísta están colocados debajo de la bóveda de media luna en la representación del monte Meru, y figuran el cielo de Brahma empedrado de zafiros (119). El paraíso de Indra resplandece con mil soles; el de Siva (120) está en el Nordeste y su trono es de lapislázuli y el pavimento de los cielos de ascuas de oro. “Cuando se sienta en el trono arde en fuego hasta los lomos”. En las fiestas religiosas de Hurdwar se tributa culto de suprema divinidad a Siva, cuyos atributos coinciden con los que después confirieron los judíos a Jehovah. La piedra binlanga (121) consagrada a Siva es de la misma especie mineralógica que la empleada por Jacob para edificar un altar (Bethtel) al Señor en forma de columna, por el estilo de linga dedicado a Siva; y en verdad que aun hoy día podrían llevarse estos patriarcales litos en las procesiones sivaíticas de Calcuta sin que nadie les atribuyera origen hebreo. La imagen de Siva suele tener cuatro cabezas (122) con cuatro brazos alados, tres ojos de configuración natural y el cuarto en forma de media luna, para simbolizar las agitaciones del Océano.
La profecía de Ezequiel concuerda con los atributos de Siva, según vemos en los siguientes pasajes:
Y en medio de él había semejanza de cuatro animales... y en ellos había semejanza de un hombre... Cuatro caras tenía cada uno y cuatro alas cada uno...; sus pies, pies derechos..., con aspecto de cobre encendido... y tenían caras y alas por los cuatro lados.
Y sobre el firmamento... había una semejanza de trono como piedra de zafiro... Y vi como apariencia de electro, como aspecto de fuego por lo interior de él al contorno; desde sus lomos arriba y de sus lomos abajo vi como apariencia de fuego.
Y era la semejanza del rostro de ellos cara de hombre... y de león... y de buey... y de águila.
Y cada uno tenía cuatro caras: la una cara de querubín y la segunda cara, cara de hombre, y en el tercero cara de león y en el cuarto cara de águila (123).
Y sus pies semejantes a latón fino cuando está en un horno ardiente (124).
También echamos de ver este cuádruple aspecto en los dos querubines de oro colocados a uno y otro extremo del Arca de la Alianza. Además, estas cuatro faces simbólicas las adoptaron los cuatro evangelistas Mateo, Marcos, Lucas y Juan a quienes respectivamente representan con el ángel, el león, el toro y el águila las Biblias latinas y griegas (125).
Dice Sanchoniathon al hablar de la mitología antigua:
Tarot, la suprema Divinidad de los egipcios, equivalía simbológicamente a Saturno o Kronos y estaba representada con cuatro ojos, dos delante y dos detrás, abiertos y cerrados, y cuatro alas, dos extendidas y dos plegadas. Los ojos denotaban que el dios ve dormido y duerme despierto; la posición de las alas da a entender que vuela en reposo y reposa volando.
La identidad de Saturno y Siva está corroborada por el emblema del damara o reloj de arena que simboliza el curso del tiempo personificado en la potencia destructora del dios. El buey Nardi, vehículo (vâhan) de Siva y su más sagrado emblema, se reproduce en el Apis egipcio y en el toro que crea Ormazd y mata Ahriman. El pueblo de Eritene profesaba la religión zoroastriana dericada de la doctrina secreta, pues era la religión de los persas cuando conquistaron la Asiria. Desde entonces pasa de sistema en sistema religioso el emblema de Vida figurado en el toro. Los magos lo aceptaron al advenimiento de la dinastía persa (126) y de Daniel se dice que fue adivino principal de los magos y astrólogos de Babilonia (127). Así vemos en los querubes de los judíos talmudistas una leve modificación de los becerros y otros atributos de Siva, como también el buey Apis en las esfinges o querubes del Arca de la Alianza, para encontrarlo algunos miles de años más tarde en compañía del evangelista San Lucas. Quien haya estado en la India el tiempo suficiente para conocer siquiera a la ligera las divinidades induístas, advertirá desde luego la semejanza entre Jehovah y otros dioses de la India además de Siva. Los talmudistas judíos tenían en mucho respeto a Siva bajo el aspecto de Saturno, y los cabalistas alejandrinos le consideraron como el directo inspirador de la ley y de los profetas. uNo de los diversos nombres de Saturno era Israel, y en determinado aspecto coincide míticamente con Abraham, según insinuaron hace tiempo Movers y otros orientalistas. Por este motivo, los valentinianos, basilídeos y ofitas colocaron en el planeta Saturno la morada de Ilda-Baoth, la divinidad a la par creadora y destructora que dictó la ley en el desierto y habló por boca de los profetas. La Biblia nos ofrece nuevas pruebas en corroboración de este comentario, según vemos en el pasaje siguiente:
¿Por ventura me ofrecisteis hostias y sacrificios en el desierto, en cuarenta años, casa de Israel?
Y llevasteis la tienda para vuestro Moloch y la imagen de vuestros ídolos (chiun), la estrella de vuestro Dios, cosas todas que os hicisteis (128).
Ciertamente que Moloch y Chiun eran diversas expresiones nominativas del concepto de Saturno, idéntico a Baal, Kivan y Siva, cuyos símbolos se apropiaron los hebreos.