Isis Sin Velo - [Tomo III]

Capítulo 82

TRANSMIGRACIONES DEL ALMA

Al hablar Jesús de Juan dice que éste es el “Elías que había de venir”. Si este pasaje no se interpoló posteriormente para simular el cumplimiento de una profecía, da a entender que Jesús, además de nazareno, también era cabalista y creía en la reencarnación, pues en esta doctrina sólo estaban iniciados los esenios, nazarenos y discípulos de Simeón ben Iochai y de Hillel, sin que nada supieran de ella los judíos ortodoxos ni los galileos (117).

Sobre el particular dice la Kábala:

Pero el autor de esta restitución fue nuestro maestro Mosah, la paz sea con él, quien era la reevolución (transmigración) de Seth y de Hebel, para que pudiese cubrir la desnudez de su primer padre Adán (118).

Por lo tanto, al decir implícitamente Jesús que Juan era la reevolución o transmigración de Elías, denotaba claramente a qué escuela pertenecía.

Los cabalistas y masones no iniciados confunden el concepto de la reevolución con el de la metempsícosis; pero se equivocan tan gravemente respecto a las verdaderas doctrinas cabalistas como respecto de las genuinas enseñanzas budistas.

Dice el Zohar:

Toda alma está sujeta a la transmigración...; los hombres no conocen los designios del Santo, ¡bendito sea!, ni saben que comparecen ante el tribunal, tanto al entrar como al salir de este mundo.

La misma doctrina profesaban los fariseos, como dice Josefo (119); y según enseñaba Gilgul en su teoría de la “rotación del alma”, los cadáveres de los judíos enterrados lejos de Palestina conservan una partícula del alma, que no puede salir del cadáver ni gozar de reposo hasta enterrarlo en el suelo patrio. También enseñaba que la rotación del alma se efectuaba a través de las formas, desde el más diminuto insecto hasta el más corpulento cuadrúpedo.

Sin embargo, todos estos pasajes y citas exponen la doctrina exotérica (120), sin que la reevolución pueda confundirse con la metempsícosis o transmigración.

Aunque los cabalistas consideraran a Moisés como una transmigración de Abel y Seth, no se infiere de ello que los iniciados creyeran que el espíritu de Abel y el de Seth se hubiesen infundido en el cuerpo de Moisés, sino que tal expresión era el medio de traslucir uno de los más profundos misteriow de la sabiduría oculta, es decir, que Moisés había llegado a la más elevada etapa de evolución aquí en la tierra, o sea la íntima unión de la duada terrena en perfecta trinidad con el espíritu inmortal. Es el concepto del dios-hombre, del hombre-dios o del dios encarnado, de que tan rarísimos ejemplos ofrece la raza humana. Las palabras de Jesús “vosotros sois dioses”, que a los exégetas les parece mera abstracción, tiene para los cabalistas profundísimo significado, porque un dios es el espíritu inmortal que ilumina al ser humano desde el momento en que emana directamente de la Causa primera, del incognoscible Dios de que es partícula, el microcosmos del macrocosmos. El espíritu humano tiene en potencia todos los atributos del Espíritu de que procede, y entre ellos la omnisciencia y la omnipotencia. Cuando el hombre logra actualizar en todo y por todo estos atributos, aunque durante la vida terrena estén velados por la naturaleza física, superará a los demás hombres y podrá mostrar en sus palabras la sabiduría y en sus obras el poder de Dios, pues mientras los demás hombres están únicamente cobijados por su divino Yo con la posibilidad de alcanzar la trina unión mediante su propio esfuerzo, el hombre evolucionado goza ya de la inmortalidad aun durante su estancia en la tierra. Ha recibido el premio, y de allí en adelante vivirá para siempre en la vida eterna. No sólo dominará las obras de la creación por virtud del inefable NOMBRE, sino que aun en esta vida será superior a los ángeles (121).

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